Por qué deberías hacerte pasar por freelancer en tu propia empresa

¿Crees que tu empresa de eLearning podría ser más productiva pero no encuentras la raíz del problema ni la solución?

¿Ves que el talento en tus equipos de producción de contenidos online se marcha al cabo de unos meses o pocos años y no sabes qué hacer para retenerlo?

Hazte pasar por freelancer (en tu propia empresa y si puedes, también en las de la competencia). Sé que parece una copia del “jefe infiltrado”, pero tiene sus diferencias:

Para todo empleado de plantilla que se precie, un freelancer es ese indeseable que presiona desde abajo para hacerse fijo y quitarles el puesto.

Que un freelancer quiera seguir siendo freelancer sin ambición de cobrar una nómina fija y quitarle el puesto a nadie les parece una auténtica quimera, así que el freelancer para un interno es algo así como esa cucaracha incómoda de la que hay que librarse, porque:

  • Sólo cobra si trabaja
  • Está disponible festivos, fines de semana y a horas intempestivas
  • No debe obediencia, pleitesía y sumisión al jefe porque no ha vendido su tiempo, sino su producto
  • Conoce el mercado y está al día, ya que lo ve a diario en distintos clientes
  • Tiene una visión más amplia y completa de los procesos de producción
  • Se autoforma continuamente en distintos aspectos centrales y residuales de su ámbito de conocimiento

El impulso natural del empleado interno, una vez superado el período de prueba, será el de alcanzar la competencia mínima viable para no ser despedido sin llamar la atención (si por trabajar menos va a cobrar lo mismo, buscará esa franja de seguridad de baja productividad, suficiente para no justificar un despido procedente, pero muy por debajo de su capacidad real de producción).

Por eso, un freelancer que en el mismo tiempo ofrece 4 veces más trabajo con una calidad igual o superior al personal interno es digno de ser desprestigiado, humillado y boicoteado (al freelancer sí le interesa ser productivo y seguir los estándares de calidad porque factura por trabajo entregado y validado).

Si te haces pasar por freelancer, tendrás una visión clara de quién gestiona las redes de poder que impiden que cualquier intento de aumentar la productividad en tu empresa sea erradicado de raíz (si todos trabajan igual de poco, la empresa acaba asumiendo que eso es lo normal, pero si alguien demuestra en la práctica que eso no es así, se produce el agravio comparativo).

Contrátate a ti mismo como freelancer con otro nombre y otra foto de perfil; ponte al servicio de varios departamentos, asiste a las reuniones online diarias y analiza las facilidades (o dificultades) que recibes de tu personal para sacar el trabajo adelante.

Tras sólo un mes de experimento, tendrás una buena noción de cómo se comportan tus empleados cuando miran hacia abajo (ya les conoces mirando hacia arriba).

Si eres de los que no tiene ni un minuto para respirar y la propuesta no te encaja, entonces la opción b es preguntar a los freelances que ya trabajan para tu empresa, con intención de escuchar.

Alguna sugerencia para hacer preguntas acertadas sería: ¿Qué dificultades te has encontrado para realizar tu trabajo y cómo las resolverías? ¿Qué vías de comunicación has encontrado a tu disposición para trasladar esto y qué resultado has obtenido? ¿Cuáles son tus propuestas de mejora? De establecer nuevos estándares de producción, ¿cuáles serían? ¿Cómo ayudarías a la plantilla interna a mejorar su productividad? ¿Qué incentivos y formas de medir la productividad establecerías? ¿Cómo garantizarías tú la satisfacción del cliente?

Si no te interesa lo que puedan decirte y crees que es algo que puedes delegar en otros o te basas en la confianza y crees que no lo necesitas, ¿por qué has seguido leyendo hasta aquí?

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