Por qué un SME y un guionista instruccional son perfiles distintos (y qué tiene que ver esto con la teoría del caos)

Un experto en la materia (Subject Matter Expert o SME por sus siglas en inglés) es una persona que conoce a fondo el tema sobre el que trata un curso y quien crea la versión en bruto del contenido.

Un guionista instruccional es quien detecta las necesidades y objetivos de aprendizaje para los que se crea el curso, comprende qué habilidades debe adquirir el alumno tras la formación, y elabora el contenido final, define su estructura y decide su formato de acuerdo a criterios pedagógicos para dar respuesta a estas necesidades, objetivos y adquisición de habilidades. También elabora las actividades y evaluaciones que ayudarán a retener y medir el nivel de satisfacción, aprendizaje y aplicación práctica de lo aprendido.

El guionista instruccional se basará en el texto original generado por el experto, así como en los datos que pueda obtener de sus entrevistas con interesados y potenciales alumnos, para transformarlo en un contenido que podrá luego ser maquetado online.

Esta transformación de texto plano en contenido online requiere del conocimiento de los distintos formatos disponibles para el curso y cuál conviene aplicar en cada caso. Aquí los vídeos suelen ser el formato estrella, y un SME inexperto querrá que todo lo que considera importante se convierta en vídeo. Sin embargo, este criterio es erróneo, ya que el vídeo es una forma visual de transmitir conocimiento que no funciona bien en general para transmitir conceptos abstractos complejos de difícil representación gráfica.

Los vídeos también presentan el inconveniente de tomar más tiempo al alumno para el repaso, sobre todo cuando se busca un concepto en concreto.

Otra de las peculiaridades de los vídeos es que deben ser fluidos, basados en frases cortas, sencillas, coherentes y con vocabulario de uso frecuente y fácil de vocalizar. Las frases compuestas, con el orden sujeto/verbo/predicado modificado y con palabras técnicas o de pronunciación compleja son difíciles de seguir en vídeo. El ritmo debe ser ágil y este tipo de texto lo ralentiza y complica su seguimiento.

En este sentido, los SMEs deben comprender que su texto original va a sufrir adaptaciones para dar el mejor resultado posible en el formato elegido para su transformación online.

Esto ocurre también con la lectura en pantalla, que es más cansada que en papel, por lo que se recomienda también simplificar el idioma en lo posible (el estilo de redacción barroca de los tratados filosóficos y literatura clásica de siglos pasados no encajan en los nuevos formatos digitales del siglo XXI).

Por ello, el SME debe entender que el curso no es un escaparate donde lucir todo su conocimiento, sino una formación donde se pretende aportar un valor puntual y concreto a los alumnos (que por lo general tienen poco tiempo y prefieren ir a lo concreto).

Si la misma persona es autor del contenido original y guionista instruccional, deberá tener muy en cuenta a su alumnado y olvidarse del esfuerzo realizado para crear y validar el texto inicial de base. Si no, el curso sólo le gustará a su autor, aunque éste no sea el objetivo marcado por el cliente ni satisfaga la necesidad de aprendizaje del alumnado.

Esperar que sea el alumno quien tenga que adaptarse a lo que se le quiere dar es otro de los errores de SMEs no acostumbrados a trabajar online. Suele pensarse que el alumno es y piensa como el autor (si a mí me parece bien, al alumno también o algo estará haciendo mal). Es una de las causas más frecuentes de abandono de los cursos (lo que en lenguaje del alumno se traduce como “esto es un ladrillo infumable”).

¿Tiene todo esto alguna relación con la teoría del caos? Sí, si queremos entender que cualquier variación, por mínima que sea, en los primeros estadios del sistema (de producción del curso), llevarán a resultados muy diferentes a medio/largo plazo.

Si en la reunión de arranque del proyecto no se informa de la labor del guionista instruccional y cómo debe colaborar con el SME, no se estarán estableciendo las condiciones de partida necesarias para el objetivo, y el resultado es probable que sea inesperado (e impredecible).

Cuanto antes y mejor conozca el cliente y los copartícipes del proceso lo que se espera de ellos, cómo y cuándo interactuarán con el equipo de producción, y qué transformaciones irán realizándose sobre el texto original a lo largo del proceso, más se limitará la incertidumbre (aunque ésta en realidad siempre estará ahí para sorprendernos).

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