Protagonistas olvidados en la digitalización

Digitalizar el aprendizaje tiene un destinatario final claro: los alumnos. En el caso de la educación escolar, el círculo de interés se amplía a los padres. Quienes usan los contenidos como su principal herramienta de trabajo son los profesores. Estos tres perfiles tienen su opinión propia sobre cómo se están haciendo las cosas a la hora de digitalizar el conocimiento. A continuación exponemos algunas de sus peticiones:

Los profesores piden que la formación y tareas relacionadas con la digitalización se consideren parte “oficial” de sus tareas y de su jornada de trabajo, de modo que se tenga en cuenta que deben ser retribuidos por ellas, que restan tiempo al resto de funciones que ya abordaban y que requieren de un seguimiento y de trabajo en equipo.

Los profesores reclaman consultoría para comprender el alcance de la formación online, no sólo una formación adecuada en el uso de sus herramientas. Necesitan comprender cómo va a afectar esto a su puesto de trabajo, a su trayectoria profesional, a su estabilidad. Quieren saber qué posibilidades brinda la formación online, no sólo memorizar el menú de opciones de Moodle.

Se preguntan cómo combinarla de forma eficiente con la formación presencial, cómo garantizar que la calidad de la enseñanza seguirá siendo la misma, si su manera de enseñar es válida o deben adaptarse, en qué medida y qué les supondrá. Como todo cambio, genera incertidumbre y necesitan el respaldo, reconocimiento e impulso de sus organizaciones. Si desde arriba no se impulsa la digitalización al mismo nivel que desde abajo, no cuajará. No es suficiente con la buena voluntad de algunos profesores abiertos a las nuevas tecnologías.

El acompañamiento de expertos que dan soporte no sólo en conceptos generales, sino en situaciones reales del día a día, la colaboración y reuniones de equipos de trabajo entre profesores de distintas asignaturas que pueden participar en un curriculum común, la estandarización de los procedimientos de digitalización, el aprendizaje entre iguales, y la recompensa por la compartición de mejores prácticas, sirven de abrigo a profesionales que se sienten indefensos y solos ante un cambio impuesto desde fuera.

Los padres piden, sobre todo, información de la evolución de sus hijos, que se implanten metodologías ya probadas para que no usen a sus hijos de conejillos de indias y que el valor del conocimiento no se pierda en la digitalización. Quieren un acceso controlado y seguro a internet de sus hijos y temen que las herramientas digitales puedan invadir su intimidad o ser una fuente de acoso.

Dejar que los padres participen en las sesiones de los profesores con el experto para conocer el uso adecuado de las herramientas, las posibilidades y limitaciones de la formación online y las decisiones sobre su uso en el aula les hará sentirse partícipes y no vícimas del proceso. Faciltar herramientas de comunicación directa entre profesores y padres de alumnos ayudará a aumentar la confianza mutua entre ambos perfiles.

En relación a los alumnos, hay que potenciar su autonomía, hacer que puedan tomar decisiones y participar en la creación del contenido lectivo. Muchos de ellos son capaces de grabar y editar vídeos, crear infografías, fotomontajes, memes, páginas web y redes sociales… Que pueden enriquecer la forma de mostrar y compartir el conocimiento online. El profesor no puede pretender saber más que ellos en esto, ni aspirar a que se conformen con lo que sabe el profesor. Hay que dejarles tomar carrerilla y ¡correr!

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